martes, 18 de agosto de 2015

                            Por fin llegó el día, los nervios iban llenando nuestro interior. Se acercaba la hora de la verdad "las 24 horas de la verdad". Pero cuanto más cerca estaba esa hora menos eran los nervios que teníamos, ahora sólo deseábamos que comenzase la carrera a la que habíamos llegado cargados de ilusión, de eso íbamos sobrados.
                              El primer objetivo que era acabarla, se cumplió, el segundo pasárselo bien, se cumplió con nota. El balance es positivo y eso nos anima a seguir marcándonos nuevos objetivos para un futuro no muy lejano. Porque la vida es mucho más fácil cuando  tienes metas que  cumplir, cuando tu mente se evade del cotidiano y rutinario devenir de los días. Pero de eso ya hablaremos en otra ocasión ahora toca hablar de las 24 horas de Cheste.
                              Supongo que cada uno tuvo su momento de flaqueza, tal vez no para arrojar la toalla pero si donde las fuerzas ya mermadas hacían mella en nosotros. Para mi fue el amanecer, el sol todavía débil rompía la oscuridad que se había adueñado del circuito y el fresco se convirtió en frío en mi cuerpo mal dormido y destemplado. Pasado ese trance todo fue más fácil las horas corrían a nuestro favor y pese a que las piernas dejaban de tener la frescura de las primera horas era capaz de mantener un ritmo similar. Todos estábamos dispuestos a acabarla y sacábamos las fuerzas escondidas en algún recóndito lugar de nuestro cuerpo o tal vez lo más probable de nuestra mente.
                               Cuando el reloj marcaba las 14 horas todos los allí presentes sabíamos que la íbamos a terminar,estábamos a tan sólo una hora de cumplir nuestro objetivo. No nos importaba mucho la posición, creo que fue la








42. Lo que realmente nos importaba ya estaba conseguido era acabarla y lo hicimos con nuevas ilusiones .   

No hay comentarios:

Publicar un comentario